Prácticamente ignorados en un debate público centrado en la fiscalidad de los hiperricos y la reforma de las pensiones, graves cuestiones esperan a Monique Barbut, la nueva ministra de Transición Ecológica en materia climática.
Por supuesto, está la COP30 que se inaugura próximamente en Belém, en un contexto de alto riesgo con la diplomacia destructiva de Donald Trump. Personalidad reconocida en organismos internacionales por su trayectoria profesional, Monique Barbut tiene experiencia en este tipo de ejercicio.
Es en el nivel interno donde la ministra tendrá que demostrar su valía. Encontró información candente en su escritorio de Citepa, la organización responsable de calcular nuestras emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Para el año 2025, los expertos de Citepa confirman su previsión de una caída de sólo el 0,8% de las emisiones, cuando habría que reducirlas un 5,5% cada año hasta 2030 para respetar nuestros compromisos europeos.
Esta disminución se ha vuelto más pronunciada en los últimos dos años, debido a la dilación de los sucesivos gobiernos en materia climática. Se necesitará mucho tacto y coraje político para recuperar el tiempo perdido.
Hoja de ruta climática
Los objetivos climáticos de Francia se construyen en el marco de los compromisos europeos, presentados a las Naciones Unidas como parte de nuestra contribución al acuerdo climático de París. En el Consejo de Jefes de Estado de diciembre de 2020, la Unión Europea se comprometió a reducir sus emisiones en un 55% respecto a 1990.
La transposición nacional de este objetivo se realiza mediante la adopción de la hoja de ruta climática: la “estrategia nacional baja en carbono” (SNBC), que debería haberse adoptado antes del verano de 2023, pero aún no ha sido publicada. Información reciente de Citepa proporciona los términos de la ecuación a resolver.
Para cumplir el objetivo europeo que nos compromete desde 2020, debemos reducir las emisiones brutas a 260 Mt de CO2eq en 2030. Desde 2005, las emisiones nacionales han seguido una tendencia a la baja del -2% anual. El ritmo de disminución no se ha acelerado desde 2020, a pesar de que el objetivo climático europeo se incrementó significativamente.
Si continuamos con esta tendencia, emitiremos en Francia alrededor de 320 MtCO2eqes decir, un exceso de 60 MtCO2eq. Al mantener las previsiones de Citepa para el año 2025, tendremos que pasar a una tasa de descenso anual del 5,5% entre 2025 y 2030 para respetar nuestros compromisos. ¿Dónde encontrar estas gotas adicionales?
El peso del transporte y la agricultura
Los tres sectores que más han contribuido a la reducción de emisiones desde 2005 son la industria, el uso de edificios y la energía. Debido a las bajas temperaturas de principios de año, se espera que las emisiones de los edificios se estanquen en 2025. El ritmo de descenso anterior puede recuperarse fácilmente y acelerarse si se envían los incentivos adecuados (ayudas para renovaciones y fijación de precios del gas frente a la electricidad).
En el caso de la energía, el sector que ha reducido más rápidamente sus emisiones, los márgenes de reducción son más limitados, ya que la producción de electricidad está ahora en gran medida libre de carbono. En la industria, ya se han logrado las reducciones de emisiones más fáciles de lograr. La continua reducción de emisiones implica fuertes inversiones en descarbonización que tardan en llegar.
Eso deja a la agricultura y el transporte, que contribuirán a casi el 55% de las emisiones nacionales en 2025 (excluido el transporte internacional). Estos dos sectores se han quedado rezagados respecto de otros sectores cuyas emisiones se han reducido a la mitad desde 1990.
Este es un gran desafío para el nuevo equipo ministerial. Estos dos sectores han sido, junto con las energías renovables, los principales destinatarios del retroceso (“contragolpe”) promovido por parte de las fuerzas políticas. Sin embargo, debemos ser claros: será estrictamente imposible alcanzar nuestros objetivos climáticos sin una aceleración en la reducción de emisiones en el transporte y la agricultura.
Arbitrajes presupuestarios
Los términos de la ecuación están ahí. Pero adoptar una hoja de ruta ambiciosa es bueno. Es mejor poner los medios para lograrlo. La otra prueba para nuestro ministro será el debate presupuestario.
En lo que respecta al gasto, el clima y, en general, la ecología, pesan poco en comparación con las prioridades otorgadas a la defensa y la seguridad en el proyecto de presupuesto defendido por el gobierno Lecornu. Un instrumento como el fondo dedicado a apoyar proyectos de descarbonización en los territorios, por ejemplo, corre el riesgo de sufrir una reducción a la mitad de su asignación. ¡No es bueno para acelerar la trayectoria descendente!
En cuanto a los ingresos, el proyecto presupuestario prácticamente no toca la fiscalidad ecológica. Sin embargo, existe una palanca importante que se puede utilizar sin aumentar los impuestos si aumentamos los impuestos sobre los bienes y servicios con una alta huella de carbono reduciendo los de los productos con bajas emisiones de carbono.
Por tanto, existe un camino para mejorar el proyecto presupuestario y acercarnos a la trayectoria correcta. Es crucial pedirlo prestado. Abordar el muro de la deuda financiera y olvidar el de la deuda climática sólo oscurecería nuestras perspectivas de futuro.
Para obtener más información sobre las trayectorias de las emisiones, consulte el sitio web de Christian de Perthuis.
Este artículo es una columna, escrita por un autor ajeno al periódico y cuyo punto de vista no compromete a la redacción.