Por qué no se debe olvidar la COP sobre la Desertificación, cuya decimosexta edición se inaugura en Arabia Saudita

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Más de mil millones de personas viven en zonas degradadas amenazadas por la sequía. La COP sobre Desertificación abrirá sus puertas del 2 al 13 de diciembre en Riad, Arabia Saudita.

Este artículo es una columna, escrita por un autor ajeno al periódico y cuyo punto de vista no compromete a la redacción.

Después de las relativas a la biodiversidad y el clima, la COP sobre la desertificación abrirá sus puertas en Arabia Saudita a principios de diciembre. De las tres principales convenciones de las Naciones Unidas discutidas en la Cumbre de la Tierra celebrada en Río en 1992, ésta es sin duda aquella cuyas cuestiones se perciben peor.

En primer lugar, la COP sobre la desertificación no ha podido contar desde hace mucho tiempo con una red internacional de científicos como la que existe desde el principio para el clima y desde hace varios años para la biodiversidad. De hecho, el IPCC y la IPBES (Plataforma Científica y Política Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos) han contribuido significativamente a crear conciencia sobre las cuestiones climáticas y de biodiversidad.

De la degradación del suelo a la restauración

Su nombre – convención de lucha contra la desertificación – puede entonces generar confusión. La COP sobre la desertificación no puede reducirse a un simple programa que pretende detener el desierto, por ejemplo el más grande de todos, el Sahara, ya que el preámbulo de la Convención menciona explícitamente a África. Sus cuestiones son mucho más amplias y están cada vez más interconectadas con las del clima y la biodiversidad.

La Convención sobre la Desertificación, en la que participan 196 países, incluidos los de la Unión Europea, tiene como objetivo poner fin a la degradación de las tierras en las zonas áridas y semiáridas, un flagelo que afecta a las condiciones de vida de más de dos mil millones de habitantes que residen allí. Durante las últimas COP se definieron los llamados objetivos de “neutralidad” para regresar para 2030 a un estado de tierra destinado a la estabilidad o un aumento de los servicios ecosistémicos que pueden proporcionarse a diferentes escalas territoriales. Para 2023, 112 países habían definido sus objetivos de neutralidad voluntaria.

La degradación de la tierra es particularmente grave en la agricultura. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el 52% de las tierras agrícolas se encuentran actualmente moderada o gravemente degradadas. La tasa de degradación sería 30 veces más rápida que la tasa histórica. Cada año, 12 millones de hectáreas (23 hectáreas por minuto) se pierden debido a la sequía y la desertificación.

Acelerar la transición agroecológica

La restauración de las tierras agrícolas es crucial para la seguridad alimentaria de los países del Sur que han sufrido repetidas crisis en los últimos años, con los efectos combinados del endurecimiento de las condiciones y acontecimientos climáticos extremos, los efectos desestabilizadores del Covid y el agravamiento de los conflictos locales. (Sudán, Haití, Sahel, etc.).

Si ciertas prácticas agrícolas, inspiradas en modelos industriales basados ​​en la especialización y la quimización, contribuyen a la degradación del suelo, otras, más apropiables por los habitantes de las zonas áridas, son por el contrario un arma esencial para la restauración del suelo. Las técnicas y los conocimientos en agroecología existen y las acciones a gran escala, en particular llevadas a cabo por ONG de desarrollo, han demostrado su eficacia en diversas latitudes. Así lo atestiguan varias evaluaciones, incluidas las realizadas por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) sobre la fertilidad del suelo, su capacidad de filtración y la resiliencia de los sistemas alimentarios, con importantes beneficios en la lucha contra la pobreza.

Acelerar la transición agroecológica será uno de los primeros desafíos de la COP de Riad, con el fortalecimiento de la iniciativa de resiliencia a la sequía.

La iniciativa sobre la sequía en Senegal y España

El objetivo de combatir la sequía estará en el centro de las negociaciones de la COP16. Este objetivo, mencionado en el texto de la Convención, hasta ahora se ha aplicado poco. Para cambiar la situación, Senegal y España lanzaron una iniciativa conjunta en la última COP de Abiyán que será objeto de una primera actualización de avances en Riad con la cuestión de la financiación como clave. Esta iniciativa adquiere todo su significado en el contexto del cambio climático que está afectando gravemente a estos dos países.

Las catastróficas inundaciones en España, Marruecos y Senegal, como las que azotaron Libia en 2023, están ahí para recordárnoslo. El agravamiento de las sequías y de las inundaciones son dos caras de una misma perturbación: la del clima, que perturba el régimen de precipitaciones y agrava los fenómenos extremos que causan a las regiones áridas el doble precio de las inundaciones y las sequías.

En Senegal, la resiliencia a la sequía comienza ante todo a través de la transición agroecológica. En Ferlo, que hace frontera con Mauritania, los instrumentos para actuar son el cambio de las prácticas pastoriles, la reconstitución de la cubierta vegetal perenne (cortavientos, árboles endémicos, etc.), el reparto de los escasos recursos hídricos entre las necesidades de la ganadería y las de la cultura. En la cuenca manisera del centro de Senegal, décadas de monocultivos han agotado el suelo. Su restauración también requiere cambiar los sistemas de producción hacia la agroecología.

Si se practica a gran escala, la lucha por la resiliencia frente a las sequías podría generar importantes beneficios climáticos. Al devolver vida y materia orgánica al suelo, aumentamos su productividad, su capacidad de almacenamiento de agua, pero también de carbono. Así, los pequeños productores senegaleses que están en transición hacia la agroecología no sólo luchan por mejorar sus condiciones de vida. También contribuyen a la acción global contra el cambio climático.

SIGNATARIOS

Patrice Burger, director de Agrisud Internacional, presidente del CARI

Louis-Etienne Diouf, representante de Agrisud International en Senegal

Christian de Perthuis, economista, director de Agrisud Internacional