El fiscal especial Jack Smith sólo ha reconocido lo inevitable: con su elección, Donald Trump se ha vuelto prácticamente intocable para la justicia federal estadounidense y probablemente para la justicia en general.
Como era de esperar, el fiscal especial, que investiga dos de los cuatro procesos penales contra Donald Trump, por intentos ilegales de revertir los resultados de las elecciones de 2020 y por retener documentos clasificados tras su salida de la Casa Blanca, recomendó el lunes 25 de noviembre la cerrar.
Después de consultas, el Departamento de Justicia concluyó que su política desde el escándalo Watergate en 1973 de no procesar a un presidente en ejercicio, “se aplica a esta situación” sin precedentes, explicó Jack Smith. Esta conclusión “no depende de la gravedad de los delitos en cuestión, de la solidez de los argumentos de la fiscalía ni de los méritos de la misma”añadió.
“Inmunidad temporal”
En el primer caso, en Washington, la jueza federal Tanya Chutkan se apresuró a respaldar las recomendaciones del fiscal especial de cancelar el procedimiento, sin prejuzgar un posible relanzamiento al final del mandato de Donald Trump, de 78 años.
Esta recomendación es «consistente con la interpretación de la fiscalía de que la inmunidad otorgada a un presidente en ejercicio es temporal y expira cuando deja el cargo»dice ella. “Por supuesto, es posible que no haya apetito por el procesamiento en 2029, pero esto preserva esa opción”subrayó en X la exfiscal Barbara McQuade.
El otro expediente federal, en Florida (sureste), debería correr la misma suerte. Jack Smith anunció que abandonaría su apelación contra la decisión de la jueza federal Aileen Cannon, cancelando el procedimiento. Esta decisión del 15 de julio, por considerar que el nombramiento del fiscal especial en este caso violaría la Constitución, sigue por tanto en vigor.
El horizonte jurídico de Donald Trump ya se ha iluminado espectacularmente este verano con esta anulación, pero sobre todo con la histórica sentencia del Tribunal Supremo que reconoció el 1 de julio que el presidente de Estados Unidos tenía una amplia presunción de inmunidad penal. Obligó así a Jack Smith a presentar a finales de agosto una acusación revisada para demostrar el carácter privado de los hechos imputados a Donald Trump, que, según él, no están cubiertos por la inmunidad penal para su “actos oficiales”.
El Tribunal Supremo también garantizó de facto que no sería juzgado por este caso antes de la votación del 5 de noviembre, como quería. Una vez de regreso a la Casa Blanca, Donald Trump podría liquidar estos dos procedimientos, o incluso enterrarlos permanentemente como medida preventiva, indultándose a sí mismo.
Obstáculo final
Sin embargo, un último obstáculo podría esperarle en Nueva York antes de su toma de posesión oficial el 20 de enero: el pronunciamiento de su sentencia en el único de sus cuatro procesos penales que sus abogados no lograron posponer más allá de 2024. Fue declarado culpable el 30 de mayo. por los tribunales del Estado de Nueva York de “Falsificación contable agravada para ocultar un complot para pervertir las elecciones de 2016”.
Este caso se refiere al pago de 130.000,00 dólares, disfrazados de honorarios legales, a la actriz de cine porno Stormy Daniels, para ocultar una relación sexual en 2006, lo que Donald Trump niega. Pero el juez Juan Merchán, que ya postergó varias veces la sentencia, autorizó a los abogados del presidente electo a presentar un recurso de nulidad del proceso antes del 2 de diciembre.
Por no hablar de que la hipótesis de una pena de prisión firme, especialmente en el caso de una primera condena penal, parece hoy muy improbable dadas las dificultades prácticas insuperables que plantearía su encarcelamiento, según los expertos.
Eso deja a Georgia (sureste), donde Donald Trump está acusado junto con otras 14 personas de hechos similares a los de su caso federal en Washington. Pero este asunto está permanentemente estancado al menos hasta 2025 en una solicitud de sobreseimiento del fiscal, actualmente en apelación.