El Partido Socialista del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, espera demostrar este domingo 12 de mayo que Cataluña ha dado la espalda a sus deseos separatistas, al intentar ganar las elecciones regionales a Carles Puigdemont, líder del intento de secesión de 2017.
Poblada por ocho millones de habitantes, esta rica región del noreste de España, uno de los motores económicos e industriales del país, empezó a las 9.00 horas las votaciones para elegir a los 135 diputados de su parlamento regional. Los colegios electorales cerrarán a las 20.00 horas y los resultados se conocerán alrededor de las 22.00 horas.
Al cerrar la campaña el viernes por la tarde en Barcelona, Pedro Sánchez llamó a los catalanes a votar por el “Avances (sociales), convivencia y estabilidad” que, según él, encarnan los socialistas, tras años de«inestabilidad» en la región.
Pedro Sánchez, que cuenta con el apoyo de los partidos independentistas en el parlamento español, espera arrebatarles la región que han gobernado durante una década, para demostrar que la política de distensión que ha seguido en Cataluña desde que llegó al poder en 2018 ha dado sus frutos y ha llevado a una reducción del sentimiento separatista.
Una ley de amnistía impugnada por la derecha
Una clara victoria socialista le permitiría también relanzar un mandato debilitado por la apertura de una investigación judicial contra su esposa, contra la que consideró dimitir hace dos semanas.
Decidido a “curar las heridas” abierto por el “crisis política” de 2017, el presidente del Gobierno indultó en 2021 a los líderes independentistas condenados a prisión y acordó el año pasado adoptar una ley de amnistía para todos los separatistas perseguidos por los tribunales, a cambio del apoyo de sus partidos a su reelección para un nuevo mandato de cuatro años. .
Esta amnistía debe ser votada definitivamente por los diputados en las próximas semanas y permitir el regreso a Cataluña de Carles Puigdemont, que huyó de la región en 2017 para instalarse en Bélgica y escapar de los procesos judiciales.
Una medida muy controvertida que sacó a la calle a la oposición de derecha y de extrema derecha que acusa al Primer Ministro de haberse convertido en el«rehén» partidos independentistas con el simple objetivo de permanecer en el poder.
El movimiento separatista socavado por las divisiones
Superado en las encuestas por el candidato socialista Salvador Illa, Carles Puigdemont, presidente regional en 2017, quiere creer en sus posibilidades de “remontada” y victoria para regresar triunfalmente a Cataluña, una vez ratificada la amnistía, al frente de la región.
“El domingo, este movimiento que quieren ver derrotado (…) golpeará la mesa con el puño. Este pueblo (catalán) se ha puesto en orden de marcha para volver a ganar y ser respetados por todos los que nos atacaron y persiguieron”lanzó el separatista, que hace campaña desde el sur de Francia porque todavía tiene orden de detención en España.
La aritmética parlamentaria, sin embargo, podría resultar complicada para el líder de Junts per Catalunya (Juntos por Cataluña), que aseguró que se retiraría de la política local en caso de fracaso. Debilitado por las divisiones, el movimiento separatista está lejos de estar seguro de conservar su mayoría.
Acusado de ser un «traidor» A la causa de Junts, el partido moderado ERC (Izquierda Republicana de Cataluña) liderado por Pere Aragonès, actual presidente regional, está pasando apuros y perdió mucho terreno durante las elecciones legislativas de julio, que estuvieron marcadas por un fuerte impulso de los socialistas. .
Separatistas de extrema derecha
Los juegos de alianzas se complican aún más para los separatistas por la aparición de un nuevo partido clasificado en la extrema derecha, Alianza Catalana, con el que los demás grupos separatistas han asegurado que no quieren aliarse.
En caso de victoria, los socialistas, a los que se atribuyen unos cuarenta escaños mientras que la mayoría absoluta se fija en 68, también tendrán que encontrar aliados con los que aspirar a gobernar.
Una de las hipótesis citadas es la de una alianza con la extrema izquierda, miembro del Gobierno a nivel nacional, pero también con ERC, que abandonaría así la idea de una unidad del independentismo.