“El mercado de valores de ráfaga, revelando una incomodidad profunda”


La beca puede no esperar un shock de tal violencia: la renuncia inesperada del Primer Ministro inmediatamente causó una ola de choque en los mercados. El CAC 40, un barómetro de confianza en la economía francesa, se sumerge sin restricciones. No es una perspectiva simple: es una señal de alarma que ya no se puede ignorar.


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Poco después del anuncio de la renuncia de Sébastien Lecornu, el índice parisino vendió entre 1.5 % y 1.8 %. Los valores bancarios, tradicionalmente sensibles al entorno macroeconómico y de confianza, son los más golpeados: Société Générale, Crédit Agricole, BNP Paribas acusan pliegues de alrededor del 4 % al 5 %. La propagación, es decir, la brecha entre el costo de la deuda francesa y la de Alemania, asciende a alrededor de 85 puntos base, un síntoma tangible de la creciente duda sobre la estabilidad presupuestaria de Francia.


Estas señales, el pánico entre los bancos, se filtran hacia activos más seguros, el aumento en el costo del crédito, atestigua que no es solo un ajuste de pasajeros en el mercado. Este movimiento es similar a una crisis de confianza en la capacidad del país para gobernar.


Esta renuncia no es un evento aislado. Sébastien Lecornu solo estuvo en Matignon durante unas semanas después de la caída del gobierno de Bayrou, debilitado. Según este ciclo perpetuo de inestabilidad, el ejecutivo pierde toda legibilidad, y los inversores están preocupados: ¿qué hoja de ruta para Francia? ¿Quién llevará las reformas necesarias? ¿A qué precio?


Inestabilidad política a largo plazo


En este contexto, se requiere que el papel del estado resuene más, no como un regulador distante, sino como garantía de estabilidad, consistencia y realismo. Porque los mercados no perdonan la incertidumbre, especialmente cuando se solicitan los fundamentos: déficit público, servicio de la deuda, competitividad, entorno regulatorio.


El llamado a la estabilidad, tanto por los actores económicos como por los ciudadanos, debe encontrar una respuesta. El nuevo ejecutivo, sea lo que sea, no debe contentarse con sanar las heridas, sino abordar tres prioridades:


  1. Restaurar la confianza
    Se necesita un plan creíble y arbitrado, transportado por ministros con estatura reconocida. Necesitamos compromisos precisos y, sobre todo, mantenidos, de deuda, déficit, reforma estructural.
  2. Restaurar la legibilidad institucional
    La sucesión de los gobiernos debilitados (y a veces efímeros) arroja un desacreditado a nuestro modelo político. Es urgente volver a dibujar el espacio para la maniobra del poder ejecutivo mientras reconsolera el diálogo con el Parlamento.
  3. Hacer de la transición económica un activo político
    Es en las opciones de energía, industria, educación e innovación que el futuro económico está en juego. El gobierno, si aspira a estabilizar el mercado, no puede satisfacerse con las medidas ad hoc: debe dar impulsos duraderos.


A corto plazo, el mercado puede recuperarse; A menudo, las crisis políticas causan correcciones brutales antes de los contramedes. Pero no debemos delegar esta fuerza aleatoria de anticipaciones. La recuperación de la confianza es una responsabilidad política.


Veo los efectos de un horizonte revuelto todos los días en las inversiones, el empleo, el crecimiento. Francia necesita una historia coherente, un piloto reconocido y la capacidad de ejecutar, no medias medidas o suspendidas. El CAC 40 no estará solo porque los mercados decidirán: se enderezará si Francia redone muestra la resolución, el equilibrio y la visión.


Es ahora que todo se juega. El tiempo ya no es renuncia, sino rigor.

Este artículo es un foro, escrito por un autor fuera del periódico y cuyo punto de vista no involucra al personal editorial.