Narrativo
Más de 1.300 personas, incluidas las tres cuartas partes de los civiles, principalmente Alawite, han muerto en Siria desde el 6 de marzo, según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos. Estas violencia, la más mortal desde la captura del poder de una coalición dirigida por los islamistas el 8 de diciembre, se opusieron al fiel del ex dictador Bashar al-Assad y las fuerzas militares del nuevo régimen islamista. Testimonio de un sobreviviente.
Anas está vivo. Su madre, su padre, su hermano también. Pero en un minuto, habrían terminado como su vecino, que las milicias combinadas con el poder en su lugar salieron de su casa y mataron, allí, a pocos metros de su ventana. Como un perro. Anas vio todo, a través de las cortinas claras de la sala de la casa donde toda la familia permaneció oculta durante tres días. Durante varios días, se han producido enfrentamientos en la región, bastión de la minoría alaouite, una rama disidente del chiismo de la cual llegó el presidente caído, entre los leales, que permanecieron fieles a Bashar al-Assad y las fuerzas de seguridad del nuevo régimen.
El viernes 7 de marzo, Damasco terminó enviando refuerzos y miles de combatientes llegaron de Idlib, Alepo, Deir Ez-Zor para darle una mano a las fuerzas de seguridad. En Baniyas, una ciudad portuaria de la costa oeste de Siria, principalmente Alaouite, Anas escuchó tiros por primera vez. Pero en ese momento, nadie preocupado. «Pensamos que seguían siendo manifestantes quienes se pusieron en el aire para celebrar la caída del poder …
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