El año 2025 llega con un panorama menos favorable para quienes dependen de los motores diésel. La gestión del sistema AdBlue será más vigilada, y los costes asociados a su uso y mantenimiento se harán más visibles. Entre controles, averías y sanciones, muchos conductores sienten que el margen de maniobra se estrecha.
En paralelo, la presión regulatoria no deja de crecer. La combinación de exigencias técnicas y dudas sobre el futuro del diésel coloca a los propietarios ante decisiones complejas, con impactos directos en su bolsillo.
¿Qué es AdBlue y por qué importa?
El AdBlue es una solución acuosa de urea que, inyectada en el escape, neutraliza los óxidos de nitrógeno. Bajo altas temperaturas, la urea genera amoníaco, que reacciona con los NOx y los convierte en nitrógeno y vapor de agua. Es un proceso clave para reducir contaminantes muy nocivos.
Este sistema forma parte de la Reducción Catalítica Selectiva (SCR), que permite a muchos diésel cumplir la norma Euro 6. Gracias a ello, se mantiene el rendimiento del motor sin renunciar a límites más estrictos de emisiones.
“Las tecnologías de postratamiento no son un lujo: son la condición para que el diésel siga siendo viable en el corto plazo”.
Nuevas obligaciones y gastos extra
A partir de este año, a los conductores se les exige justificar un consumo mínimo de AdBlue, estimado en 15 litros cada 10.000 km. Esto implica un control más cercano del uso real y, por tanto, más costes y más atención a los repuestos.
El AdBlue no está libre de problemas. En condiciones desfavorables puede cristalizar, dañando inyectores, sondas o el depósito, con averías que inmovilizan el vehículo. Las reparaciones superan con facilidad los 1.500 euros, sobre todo fuera de garantía.
Ante estos riesgos, algunos optaron por desactivar el sistema. Sin embargo, en 2025 esa práctica será más arriesgada, con controles y sanciones más probables.
Sin cambios oficiales en la ITV para 2025
Pese a los rumores, no habrá cambios sustanciales en el control técnico para detectar manipulaciones del AdBlue desde el 1 de enero. Redes como Auto Sécurité y Sécuritest señalan que no se incorporarán dispositivos específicos de detección.
La confusión procede del sistema OBFCM (On-Board Fuel Consumption Monitoring), obligatorio en coches matriculados después del 1 de enero de 2021. Este módulo recoge datos de consumo real de combustible, pero no detecta la desactivación del AdBlue.
El primer control técnico de vehículos con OBFCM llegará en 2025, sin cambios de procedimiento por el momento. No obstante, el escrutinio sobre el cumplimiento medioambiental seguirá aumentando.
Multas por desactivar el AdBlue
Aunque no se detecte siempre en la ITV, desactivar el AdBlue es ilegal. En controles en carretera o tras un accidente, las autoridades pueden descubrir la intervención y aplicar multas de hasta 7.500 euros por modificar sistemas de control de emisiones sin autorización.
El objetivo es frenar el auge de la fraude en dispositivos anticontaminación, una práctica difícil de perseguir de forma sistemática. Las sanciones buscan disuadir, evitando ventajas injustas y mayores emisiones.
Un futuro incierto para los diésel
La transición energética y las metas de reducción de emisiones estrechan el camino del diésel. Las obligaciones legales y los costes de mantenimiento, sumados al riesgo de inmovilización y sanciones, complican la planificación del propietario.
La infraestructura eléctrica sigue en desarrollo y no siempre hay una alternativa viable a corto plazo, especialmente para quienes recorren muchos kilómetros. Aun así, 2025 marca un punto de inflexión para replantear estrategias de movilidad.
Qué pueden hacer los conductores
- Usar AdBlue de calidad certificada y evitar productos de origen dudoso.
- Conservar facturas y registros de consumo para acreditar el uso ante controles.
- Revisar el sistema SCR en cada mantenimiento, incluyendo sondas e inyectores.
- Proteger el circuito ante el frío para reducir riesgos de cristalización.
- Evitar cualquier manipulación: a la larga, sale más caro que cumplir la norma.
En definitiva, la convivencia con el AdBlue exige disciplina y buena información. Cumplir con las especificaciones del fabricante, planificar los repostajes y mantener el sistema en perfecto estado puede evitar averías costosas y sanciones severas.
Para muchos, la disyuntiva será clara: seguir el camino del cumplimiento estricto o evaluar un cambio de tecnología de propulsión. En ambos casos, 2025 obliga a mirar más allá del depósito y a poner las emisiones en el centro de cada decisión.
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