Este túnel ferroviario olvidado bajo Barcelona podría reabrirse al público

Bajo las calles más transitadas, late una cavidad silenciosa, casi mítica. Entre ecos de metal y olor a humedad, una traza de la Barcelona industrial espera su segunda vida.

Durante años, fue un rumor, un pasadizo de servicio que unía zonas estratégicas de la ciudad. Cerrado y oscuro, quedó como un pliegue urbano lleno de promesas.

Un subsuelo con memoria

Construido a principios del siglo XX, este corredor sirvió a convoyes de mercancías y a maniobras discretas de los talleres. Sus paredes de ladrillo, moteadas de calcita, aún conservan grafitis de época.

Los técnicos hablan de una bóveda robusta, apoyada en sillería y contrafuertes modestos. En tramos, sobrevive el balasto y algún cableado de señalización hoy inútil.

“La ciudad tiene memoria, y el subsuelo es su archivo”, comenta una urbanista municipal. “Reabrir no es un capricho, es una apuesta por la cultura y la seguridad”.

Plan de reapertura

El Ayuntamiento estudia una intervención gradual: limpieza, control de filtraciones, y accesos con rampas reversibles. La primera fase, según borradores, sería de uso limitado y con aforo controlado.

Se prioriza la estabilidad estructural y la ventilación con sistemas de baja energía. Habrá iluminación cálida, señalética discreta, y rutas que protejan los puntos más frágiles.

“Queremos un espacio accesible y legible, que no pierda su misterio”, señala un ingeniero del equipo técnico. “Nada de convertirlo en parque temático, sino en patrimonio vivo”.

Voces y dudas

Los vecinos piden usos cercanos, con programación cultural y beneficios para el barrio. “Si se reabre, que genere actividad local y no solo fotos en redes”, dice Marta, vecina de Poblenou.

Hay reservas por la gentrificación y el posible aumento de ruidos. También preocupa la fauna urbana que ha colonizado recodos de penumbra húmeda.

Los promotores responden con indicadores de impacto y cláusulas anti-abusos. Se protegerán murciélagos y especies con protocolos biológicos supervisados por expertos independientes.

Qué podría albergar

La propuesta navega entre memoria, movilidad y experimentación urbana. Estos usos, en debate, dibujan un abanico viable:

  • Galería de historia ferroviaria, con piezas restauradas y relatos vecinales.
  • Laboratorio de arte lumínico, con instalaciones reversibles de baja energía.
  • Pasaje peatonal seguro en horas clave, conectando tramas hoy fragmentadas.
  • Espacio para ciencia ciudadana, medición de calidad del aire y acústica.
  • Programas educativos con colegios y formación técnica para oficios del patrimonio.

Comparativa de escenarios

Escenario Coste estimado Plazo Impacto urbano Riesgos
Apertura cultural limitada 4–6 M€ 18–24 meses Alto en identidad y turismo local Saturación puntual, mantenimiento
Corredor peatonal/ ciclista 7–9 M€ 24–30 meses Mejora de conectividad y salud Seguridad y convivencia de usos
Conservación sin acceso 1–2 M€ 6–12 meses Bajo, preservación mínima Degradación lenta, olvido público

Ingeniería y sensibilidad

La obra exigirá refuerzos con micropilotes en tramos específicos y morteros de cal hidráulica. No se plantea hormigón masivo que borre la huella original.

La iluminación será de espectro amable, con sensores de presencia y guías de piso. Se evitarán vibraciones que afecten a fincas y a la red existente.

La señalética contará la historia sin didactismo pesado, usando tipografías claras y planos táctiles. La tecnología será aliada, pero no el protagonista.

Economía de proximidad

Los retornos no se medirán solo en taquilla, sino en empleo local y formación. Talleres de restauración, guías especializados y mantenimiento preventivo podrían anclar economía circular.

Se explora una gestión mixta, con consorcio público y apoyo de fundaciones culturales. El objetivo: estabilidad financiera y acceso democrático.

“Lo más caro es no hacer nada”, afirma un economista urbano consultado. “La inacción también tiene costes: degradación, riesgos y oportunidad perdida”.

Un relato compartido

Más que un túnel, es un vínculo entre capas de ciudad que rara vez se tocan. Superficie y subsuelo, velocidad y pausa, memoria y uso.

Quienes entren no deberían olvidar que pisan geologías antiguas, bajo edificios cotidianos y rutas modernas. Es un descenso breve, pero una lección larga.

Salir a la luz, tras el recorrido, redefine la escala de Barcelona. Lo pequeño se vuelve enorme, y lo oculto reclama su sitio en la trama común.

Próximos pasos

En las próximas semanas se abrirá una consulta pública, con planos, cronograma y presupuestos. Se esperan alegaciones y propuestas de ciudadanía organizada.

Si todo avanza, el primer tramo visitable podría activarse en dos años, con un programa piloto evaluado trimestre a trimestre. Nada está cerrado, y eso también es una oportunidad.

Porque una ciudad que se escucha por dentro se cuida mejor por fuera. Y porque los silencios bien iluminados cuentan historias que cambian la mirada urbana.

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