La calumnia y el prejuicio no deben ser cortinas de humo

Puede una gota de lodo
sobre un diamante caer;
puede también de este modo,
su fulgor oscurecer;
pero aunque el diamante todo
se encuentre de fango lleno,
el valor que lo hace bueno
no perderá ni un instante
y ha de ser siempre diamante,
por más que lo manche el cieno.

Rubén Darío

Dimas Romero

Es tanto el lodo que han vertido sobre los antorchistas, quienes nos ven como un peligro a sus intereses, que muchos, prejuiciados, se resisten a conocer lo que hacemos o decimos, a pesar de que no pedimos otra cosa más que se nos juzgue a partir de nuestros resultados concretos.

Sin embargo, aunque son pocos los que se atreven a conocer nuestras opiniones, hacemos una interpretación de la realidad que nos tocó vivir, con el único afán de contribuir a que los sectores relegados comprendan de mejor manera los sucesos que los afectan y, sobre todo, lo que proponemos para combatirlos.

Hemos denunciado reiteradamente que existe un combate frontal contra las organizaciones, alentado desde la Presidencia de la República, acusándolas de “intermediarias”, desconociendo su importancia y, sobre todo, el papel que juegan como válvula de escape a las inconformidades de los sectores marginados.

Estos ataques esconden un peligroso objetivo político del obradorismo: evitar la agrupación consciente de las masas populares.

En Oaxaca se ha llevado más lejos esta directriz presidencial, porque desde el Congreso local se promueven iniciativas de ley para regular a las organizaciones y sus formas de lucha.

En la entidad hay condiciones particulares que hacen especialmente peligrosa la aplicación servil de esta política y no serán, las modificaciones a la ley, el cincho que los oaxaqueños en situación de exacerbada vulnerabilidad, acepten para calmar sus reclamos. Una tradición histórica de lucha lo demuestra.

La única salida posible, hoy más que nunca, es y será dar audiencia a los peticionarios, constatar la legitimidad de sus demandas, garantizar que éstas enarbolen las necesidades más acuciantes y resolverlas. No hay otra vía. La radicalización creciente de los manifestantes responde a eso y nada más, y esta radicalización que ha funcionado hasta hoy, tampoco puede ser eterna.

Pues bien, hasta ahora nos hemos dirigido tanto a los funcionarios de gobierno, como a los miembros de otras organizaciones, esperando de alguna manera influir en la visión de estos sectores, acerca de la realidad social que se vive en la entidad, por ser partes directamente involucradas en esta problemática.

Pero en esta ocasión, intentamos enviar un mensaje a otro sector que, si bien no está directamente implicado, sí influye con sus opiniones y apoyo a la política obradorista a que me refiero. Es un sentir generalizado en amplios sectores económicos de Oaxaca que las organizaciones dañan la economía por sus constantes manifestaciones y bloqueos, de tal forma que denuncian y exigen que se regulen para evitar los daños económicos. Dentro de ellos, se cuenta, evidentemente algunas cámaras empresariales y a las diversas organizaciones que aglutinan lo mismo a los grandes, que a los medianos, pequeños y microempresarios. A mi juicio, es necesario que los tres últimos hagan una reflexión seria y profunda de su realidad y, sobre todo, que se pregunten si es que están luchando del lado correcto.

La investigadora y doctora en gobierno por la Universidad de Harvard, Viri Ríos, en su obra No es Normal, tomando como base el trabajo de Charles Colomiris y Sthepen Haber, profesores de la Universidad de Columbia y Stanford, respectivamente, sostiene que las empresas más grandes de México lo son porque han sido favorecidas por el gobierno; por ejemplo, de los cuarenta a los setenta, la banca de desarrollo entregó préstamos casi exclusivamente a ellas y no a las pequeñas y medianas, y aunque en 2020 con la llamada austeridad presidencial, no se apoyó a los grandes empresarios ni a los pequeños, esto realmente benefició a los ricos, pues solo ellos están en capacidad de resistir la crisis que vivimos.

En nuestro país el empresario promedio no se percata de esta desigualdad y en ocasiones defiende a la élite empresarial porque, según la autora, piensa como rico por ser empresario.

Por ejemplo, las cámaras empresariales se oponen a cobrarle impuestos a los empresarios más ricos y a redistribuir esos recursos por medio de un Estado fuerte y eficaz que podrá así crear más infraestructura carretera y de logística en general, lo que beneficiaría a toda la sociedad. Grave error. Reducir la desigualdad empresarial en México requiere que los pequeños y medianos empresarios sepan que sus intereses no son necesariamente los de los grandes, por más que les hagan creer que lo que les beneficia a estos últimos, beneficiará a todos.

En Oaxaca, por ejemplo, a pesar de que se han destinado más de 12 mil millones de pesos para el Corredor Transístmico, la autopista a la Costa y 1,500 millones para la avenida Símbolos Patrios, según el Centro de Estudios Económicos del Sector de la Construcción (CEESCO), en 2019 este sector tuvo un decrecimiento del 18% y para 2020 otro del 20%. Pero las empresas beneficiadas con estas obras fueron grandes constructoras nacionales, mientras alrededor de 160 locales desaparecieron por falta de trabajo o que, mientras el gobierno del estado construye un Centro Gastronómico que beneficiará a importantes negocios de este giro, cientos de restaurantes no recibieron ningún apoyo para sobrevivir en la pandemia, de tal forma que según la SECTUR y la CANIRAC, 30% de bares y restaurantes cerraron definitivamente.

En este sentido, estos grupos empresariales se colocan del lado de los grandes empresarios cuando piensan que quienes se manifiestan porque se les resuelvan sus legítimas demandas, están impidiendo el desarrollo de la sociedad.

Con respeto, pero con claridad, los invitamos a que conozcan con datos estadísticos cual es la realidad de nuestra economía, y verán, que ese gobierno contra el que se manifiestan miles de oaxaqueños por falta de soluciones es el mismo que a ustedes les niega subsidios, mientras las grandes empresas evaden 8 veces más impuestos que los demás sectores y que a ustedes les pone condiciones insufribles, para que accedan a obras que les entrega a grandes consorcios nacionales.

Quienes atentan contra su desempeño económico, no son los que se manifiestan y exigen soluciones al gobierno. Con esto no estamos diciendo que los excesos deban tolerarse, sino que en nuestro país hay suficientes leyes, que solo hay que cumplir y exigir que se cumplan. Lo que no se puede pedir es que los ciudadanos no se manifiesten, sin antes exigir a los gobernantes que cumplan con su obligación de distribuir la riqueza social que todos aportamos y que está siendo destinada a los sectores altos de la sociedad y no a los medios y bajos.

Mientras los empresarios medianos y pequeños no entiendan que su destino está con los de abajo y no con los de arriba, seguirán defendiendo, en los hechos, a las autoridades y sus políticas públicas, que según la investigadora Viri Ríos, van en contra de la mediana y pequeña empresa.

Cuando se suman a quienes buscan regular los derechos de organización y manifestación, en los hechos y sin saber, están combatiendo a sus aliados naturales, a los únicos capaces de enfrentar con su fuerza los atropellos que cometen quienes gobiernan.

Finalmente, los invitamos a que vean más allá de la cortina de humo que han echado a sus ojos y juzguen si lo que decimos es cierto o no, a que conozcan nuestro proyecto de país y, sobre todo, su aplicación concreta en los rincones más apartados de nuestro territorio, a que hagan un lado los prejuicios bajo este principio: ¿quienes nos calumnian, han probado sus acusaciones y tienen logros que presumir? Que se imponga, como debiera ser en todos los ámbitos, el peso de la verdad y el peso de los resultados.

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